Reflexiones para tí.

Los ancianos

Por eso se reunieron los ancianos de Israel y fueron a Ramá para hablar con Samuel. Le dijeron: “Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones”. 1 Samuel 8:4, 5.

Los pedidos importantes que hacemos, normalmente, tienen un periodo previo de maduración. El pedido de los ancianos no era la excepción. Los errores y los pecados de los hijos de Samuel eran el disparador perfecto para hacer el pedido que venían madurando hacia tiempo: ellos querían un rey, “como lo tienen todas las naciones”.

Cuando nos queremos parecer a todos, perdemos lo que nos hace únicos. Creo que es más fácil ser uno más en el montón, que mantenernos diferentes. El punto está en que Dios te pide que no lleves una vida fácil: él quiere acompañarte en tus momentos difíciles.

En la época, Israel tenia un juez, en ese momento Samuel, que gobernaba sobre el pueblo. Los ancianos querían un rey. El problema, en el fondo, no era por un sistema de gobierno, era decidir si se obedecía o no a Dios: más sutil, qué lugar ocuparía el Señor en las cuestiones de Estado. Pensándonos a nosotros mismos en la misma situación, la discusión sería que lugar ocupa Dios en nuestras vidas.

Elegir un rey era dejar de lado la libertad que Dios ofrecía: pero como “todas las naciones” tenían uno, ellos también lo querían.

Cuando nos empecinamos en una posición, por más que un profeta nos diga que no es lo mejor, vamos a hacer todo lo posible para conseguir lo deseado, y Dios nos respeta. Si nos empecinamos contra la palabra de Dios es un problema; pensar que lo que queremos lo deseamos para ser igual a “todas las nacionos” es una situación peor. ¿En qué áreas de la vida te quieres parecer a todos los otros? ¿En qué áreas te animas a ser diferente?

Es lamentable, pero imitamos a todos, imitamos a cualquiera. No escuchamos la voz de Dios. No buscamos los mejores ejemplos; no intentamos parecernos a quienes nos ayudan a crecer. Imitamos a la mayoría, sin importar lo que quiera o lo que haga; solo queremos ser igual a todos, uno más en el montón.

¡Qué poco nos valoramos! Dios soñó un futuro absolutamente diferente y extremadamente más brillante para su pueblo. Él soñó ese futuro para ti, por eso conformarte con menos es pecado.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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